El sentido de la vida es la búsqueda de lo sublime, esa fue
la frase con que finalizó de aquel documental; sublime es todo lo perceptible,
pensaba de camino a casa viendo las avenidas húmedas por la lluvia. Yo no
termino de entender porque la gente disfruta emborracharse, un par de veces lo
he vivido, ciertamente ya mi cabeza y mi estómago tienen patrones naturales
similares a la resaca.
Hoy me he levantado con el recuerdo de una madrugada
infernal, las tripas ardiendo, pero complacida de verte en la cocina preparando
antídotos para mi malestar. He pasado algunos días con una fiebre quemamuseos,
un poco triste un poco rabiosa, talves solo inconforme. Las oportunidades se me
escapan o ni siquiera pasan cerca de mi, solo Hotmail sabe cuantos correos
habré enviado, puede que me cierren la cuenta por acoso. Yo no digo malas
palabras, pero si lo hiciera, la mitad las dedicaría a los políticos y la mitad
a los curadores de arte, a la final son casi lo mismo, no? Entonces yo sería el
equivalente a los que le entregan la cartica al candidato (de izquierda,
derecha, capitalista o comunista) con un proyecto para que me financie.
Nada mas sublime que el sentimiento de fracaso, nada mas
real que el paso del tiempo.
Hay que sacudir al mundo, yo no quiero que la vida me pase
por encima y me deje boca a bajo en la acera, sin haber logrado nada, sin
recordar mi propio nombre. Yo creo completamente en esta generación, hay tantas
llamas -el fuego es un acto que nos conecta con todo- que deben arder en orden
de absorber el paradigma positivista que nos mantiene encerrados.
Tomar una foto a media luz con el poco de sol que entra
por la ventana me hace sentir sublime,
en esta ciudad muchas veces preferimos vivir a oscuras, para olvidar que el sol
allá afuera es casi mortal -los europeos morirían con 45 o 50 grados centígrados
de sensación térmica- siempre hemos querido vivir en Mérida, tener un jardín
enorme lleno de árboles frutales y perejil, también podría ser en la Colonia
Tovar. Eso sin duda seria sublime.
Siempre he sentido presente el instinto nómada, de pequeña
era distinto. Podría residir en la gris Hamburgo un par de años, otros mas en
Coro, seguramente regresaría a este desastre por aquello de que los artistas
necesitan el estímulo de una relación antagónica con su entorno –otro paradigma
positivista- pero el futuro es aun mas temible que el pasado, asi que prefiero
bajar las escaleras y prepararme un té, para sentirme sana y olvidar un poco la
búsqueda de lo sublime…
Como si fuera posible.
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