sábado, 28 de abril de 2012

La búsqueda de lo sublime...



El sentido de la vida es la búsqueda de lo sublime, esa fue la frase con que finalizó de aquel documental; sublime es todo lo perceptible, pensaba de camino a casa viendo las avenidas húmedas por la lluvia. Yo no termino de entender porque la gente disfruta emborracharse, un par de veces lo he vivido, ciertamente ya mi cabeza y mi estómago tienen patrones naturales similares a la resaca.

Hoy me he levantado con el recuerdo de una madrugada infernal, las tripas ardiendo, pero complacida de verte en la cocina preparando antídotos para mi malestar. He pasado algunos días con una fiebre quemamuseos, un poco triste un poco rabiosa, talves solo inconforme. Las oportunidades se me escapan o ni siquiera pasan cerca de mi, solo Hotmail sabe cuantos correos habré enviado, puede que me cierren la cuenta por acoso. Yo no digo malas palabras, pero si lo hiciera, la mitad las dedicaría a los políticos y la mitad a los curadores de arte, a la final son casi lo mismo, no? Entonces yo sería el equivalente a los que le entregan la cartica al candidato (de izquierda, derecha, capitalista o comunista) con un proyecto para que me financie.

Nada mas sublime que el sentimiento de fracaso, nada mas real que el paso del tiempo.

Hay que sacudir al mundo, yo no quiero que la vida me pase por encima y me deje boca a bajo en la acera, sin haber logrado nada, sin recordar mi propio nombre. Yo creo completamente en esta generación, hay tantas llamas -el fuego es un acto que nos conecta con todo- que deben arder en orden de absorber el paradigma positivista que nos mantiene encerrados.

Tomar una foto a media luz con el poco de sol que entra por la ventana me hace sentir sublime, en esta ciudad muchas veces preferimos vivir a oscuras, para olvidar que el sol allá afuera es casi mortal -los europeos morirían con 45 o 50 grados centígrados de sensación térmica- siempre hemos querido vivir en Mérida, tener un jardín enorme lleno de árboles frutales y perejil, también podría ser en la Colonia Tovar. Eso sin duda seria sublime.

Siempre he sentido presente el instinto nómada, de pequeña era distinto. Podría residir en la gris Hamburgo un par de años, otros mas en Coro, seguramente regresaría a este desastre por aquello de que los artistas necesitan el estímulo de una relación antagónica con su entorno –otro paradigma positivista- pero el futuro es aun mas temible que el pasado, asi que prefiero bajar las escaleras y prepararme un té, para sentirme sana y olvidar un poco la búsqueda de lo sublime…

Como si fuera posible.

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