miércoles, 12 de diciembre de 2012

Tener Fe.




Entre explosiones constantes de masa coronal y de plantas nucleares,
entre el paso apurado que esta y tantas otras ciudades obligan,
entre vacios sentimentales que deja el paso del tiempo,
entre tantos libros, tantas imágenes que recorrer.
La fe cobra fuerza, mueve montañas,
hace invisible el miedo, pero no imposible,
conmemora la niñez con sus olvidadas armonías;
la fe de no sentir nada, de saberse efímero,
la que no se lee en ningún panfleto ni se aprende en el cine,
la fe de ir y volver en inmutable soledad.