lunes, 6 de abril de 2015

Crónicas Migratorias: Mes Nº 6.

La llegada al aeropuerto tuvo olor a pastelitos de papa y abrazos tempraneros. Hace dos semanas ya que estoy en la capital argentina y siento cada vez menos ese limbo ideológico que me planteaba este movimiento migratorio.
Aquí en Buenos Aires la gente duerme poco, quizás por la cantidad de café que toman o por el azucar que consumen a diario. El café es sabroso, pero aún no me sabe a hogar, supongo que eso lleva tiempo, asi como conseguir un apartamento decente por unos pocos miles de pesos.
En Maiquetía la obra de Cruz Diez ya es un símbolo de partida, a veces quisiera preguntarle que opina de eso, él también fue un inmigrante y terminó por hacer vida en otro país; quien sabe cuantas despedidas habran sucedido sobre ese piso... Pienso como habrán sido sus despedidas, su proceso de desapego, escucho su voz tan venezolana, nada afrancesada respondiendome en una conversación imaginaria con la acompaño la caminata al trabajo.
En una
de las decenas de Mc Donalds que se esparcen por la Av 9 de Julio tomaba un café para esperar que se hicieran las 18 y firmar contrato para ingresar, este apartamento que ha sido una cápsula para nosotros en el centro del medio, en pleno caos de la ciudad de las furias. La ventana principal da a la calle Corrientes y desde allí se puede ver el Obelisco y las luces que lo rodean. Sies meses que no pasan en vano, libros que van y vienen, ascensores de puertas manuales y el piso de madera como una pista de baile.
En mi primera semana en el país, escuchando en la universidad a una chica hablar de coolhunting que comentaba sobre su experiencia en Barcelona, recordé que en la película Guelcom los protagonistas se debatían entre irse o quedarse en Argentina, por aquello de crecer o irse a probar suerte, ellos también se fueron a España. Entonces los venezolanos nos venimos a Argentina buscando un mejor futuro, los Argentinos se van a España porque la crisis en su país les parece insufrible o porque se cansaron de los mismos lugares, la misma gente, la misma ropa y los mismos bares, los españoles se sienten agobiados de su sistema monarquico desentonado con la postmodernidad y van a Estados Unidos, por ejemplo, y los norteamericanos en plena recesión deciden mudarse a Colombia, quizá Costa Rica o Brasil, por que es un paraíso tropical. Ver la ironía entre la percepción de cada ciudadano en esa carrera evolutiva  migratoria, me lleva a razonar que tal ves no se trate de mudarse a otro país, sino de entendernos como individuos pero también como ciudadanos del mundo.
Dicho esto, me preparo para el invierno, vivo la rutina del subte y me dejo llevar por esos ruidos de metrópolis a los que no estaba acostumbrada pero me resultan hasta románticos.
Estan son mis crónicas, anacrónicas, compartidas.





2 comentarios:

  1. wuao que profundo, me parece maravillos tu cronica, sera que todos muy adendro tenemos algo de gitano que estamos en contante movimiento

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  2. Bonito y necesario. Yo ayer cumplí cinco meses en Bogotá.

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