Con tanta luz a veces es imposible negarse al color, en las paredes, en la ropa, en el cabello. Los ojos responden enamorados al estímulo cromático, a la danza de los rayos del sol y la brisa por momentos sopla para contrarrestar el calor. Este fue uno de aquellos días en los que por un momento olvidas que solo la pintoresca Calle Carabobo estaba libre, el resto del centro lleno de militares daba una sensación de Northkorea.
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