Con tanta luz a veces es imposible negarse al color, en las paredes, en la ropa, en el cabello. Los ojos responden enamorados al estímulo cromático, a la danza de los rayos del sol y la brisa por momentos sopla para contrarrestar el calor. Este fue uno de aquellos días en los que por un momento olvidas que solo la pintoresca Calle Carabobo estaba libre, el resto del centro lleno de militares daba una sensación de Northkorea.
Abril fue un mes turbio, por cuestiones de política y economía. Las artes sin embargo, a diferencia de tantas ocasiones pasadas, no se detuvo. Yo traía mi carga de desasosiego y tristeza desde febrero, de modo que esta muestra, a demás de permitirme mostrar mi trabajo, surtió un efecto liberador y a la vez de duelo.
Estas son algunas fotografías de la noche de apertura.