Mérida, ese mito de las montañas, la ciudad de los estudiantes, el lugar a donde está la casa imaginaria en la montaña donde siempre vivo cuando ya nada me importa.
De paso rápido estuvimos, para asistir al IX Simposio de Estética de la Universidad de Los Andes, que dicho sea de paso, estuvo excelente. Nuestros anfitriones en la ciudad, Osyeiny y Carlos, hicieron mas agradable estos cuatro días. dormimos poco, pasamos casi todo el tiempo en el casco central, muy colorido, la plaza Bolivar llena de flores amarillas, la entrada del teatro Cesar Rengifo con sombrillas verde manzana y algunas frutas que se convertían en mi monocromía personal.
Finalmente, el domingo, contactamos a Ginger, para capturar la dulce atmósfera sin tiempo del bosque de pinos, hermoso, frío y dulce.
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