No solo el invierno es una primera vez, no solo absorber la noche como territorio, flotar en un placebo de libertad. Habrá que intentar algo nuevo cada día, tomar un trago a lo desconocido y gritar por la madrugada iluminada con pantallas leds y semáforos. Habrá que escuchar las pequeñas voces subversivas que me recorren los poros y hacer equilibrio con la moral (esa sucia moral) para no caerme de la bici. Habrá que traicionarse a si mismo algunas veces y habrá que redimirse y hacer las paces, dar mil vueltas a un asunto en la cabeza hasta el mediodía siguiente y despedazar todo con una nueva opinión. Habrá que crecer en una forma distinta a la que creímos posibles y entregarnos a los miedos para que nos devoren y convertirnos en nuevos caníbales. Habrá que sentir el placer de todas las primeras veces que estan por venir.