Algunas veces dormir es una buena manera para evadir el mal humor, la fatiga emocional, la crisis existencial del fin de semana. Dormir cuando se puede.
Últimamente el insomnio se me hace cotidiano, escucho el crujir de la
madera de las puertas, el chillido de las bisagras y la tristeza que gotea de
los grifos. Veo el amanecer intentando aun descansar un tanto las órbitas perdidas de mis ojos, hasta que la gente empieza a despertarse para cumplir sus
rutinas. Escucho el teléfono tormentoso y me produce repulsión.
Distraigo mis sentidos por momentos, pero algo de muerto viviente me
mantiene frente al computador pensando si esta noche tu habrás dormido, si los
estragos de mi ausencia te provocan si quiera un simple vacío.
Yo hago la cola del banco y doy mute al resto de la gente para continuar
revolviendo mis recuerdos, usando facturas mentales para hacer origamis
voladores y darle menor importancia a los malestares de un cuerpo sin descanso
y una mente consternada.