La calmada mañana se dejaba ver a traves de la bruma lacustre y el sonido de las gaviotas anunciaba un largo día. A lo lejos podían escucharse las chimeneas de los barcos a vapor y las voces lejanas de los marineros en sus labores, todo sucedía del mismo modo que ha sido por años, por un tiempo imprecisable.
Y de esas pequeñas islas, esos pedazos de tierra que decidieron flotar en soledad, crece la vida, independiente y exclusiva, caracoles que susurran, reptiles de fantasía y cangrejos que disfrutan de una vida subacuática y terrestre.
Sabes como me gusta sentir que la brisa me guía hasta ti, entre la marea de pasto seco y turbulento, que es el cabello corto de un gigante dormido a la orilla del lago. Cuando despierta se enoja y revuelve las aguas como castigo a tan malos tratos; pero no a nosotros, él siente nuestro amor.
Asi me siento a verte, tú sobre las puntas de tus pies te colocas en posición. Abres tus alas, no como pájaro, ni como mariposa… como el ser único que eres y el viento te arrastra mas allá del horizonte. Cuéntame lo que has visto en tantos vuelos siderales, no con palabras, háblame mas.
Fotografía: Carlos Huerta